Decidí averiguar hasta donde realmente llega la ciclovía que hicieron en las calles del centro histórico. Justo al término de ésta, al lado del mercado 5 de Mayo, me di cuenta de que ahora ambulantes han tomado la banqueta, obligando al muy desfavorecido peatón a descender y utilizar la ciclovía como andador. Es una pena.
Me intenté poner en los diferentes zapatos de este contexto:
Ambulante: La gente pasa por aquí, está el mercado cerca y vendo. Además ahí la gente bien que cabe (haciendo referencia a la banqueta)
Peatón: Canijos ambulantes ya de plano ocupan media banqueta, menos mal que aquí hay espacio (haciendo referencia a la civlovía)
Ciclista: Re-pámpanos y ora’ ¿por dónde paso? Bueno o reduzco la velocidad y me hago hueco en la ciclovía o mejor tomo la calle.
Automovilista: Ni por que tienen una ciclovía respetan. (haciendo referencia a los ciclistas)
¿Quién tiene la culpa, y cómo solucionarlo?
Bien, saquen respuestas.
Yo opino que el problema es de todos. Desde que el peatón no ejerce su derecho de paso y tránsito (ya que evidentemente lo desconoce). El ambulante se apropia por necesidad económica, ante la única oportunidad que tiene como ingreso, el cual definitivamente no le da para rentar un local.
El ciclista, yo creo que tiene más consciencia social que cualquier otro, y no sé si sea por moda o no, pero quien realmente cambia el hábito y se sube a la bicicleta comienza a cambiar su vida y con ello sus decisiones tienen a ser más concretas. Tal vez en las manos del ciclista esté la propuesta de abrir el diálogo para conversar por la banqueta y llegar a un acuerdo común:.
«ambulante + peatón + ciclista»
Y bueno al automovilista por hoy lo dejaremos circular.
Pero hay algo en los ciclistas urbanos… lo sé.