Habitar es compartir.

La finalidad de compartir tu vida con una persona, pienso, debe situarse en la capacidad de las personas en hacer aún más memorable su paso de tiempo en la vida. Que abrazarnos a los poemas, a las canciones y a las películas con quienes compartimos la vida debe tener, entre tantas otras cosas, permiso de nuestra alma para poder establecerse.

Ahí radica que alguien habite dentro de ti. Habitar desde el sentir es encontrar referencias por todos los rincones de la ciudad de su mirada, de sus gestos, de su ciencia, de su cultura y desde luego de sus andares. Cuándo alguien te habita es inevitable ponerse de pie por si solo, ese ritual conlleva consigo las fuerzas del sentimiento que yace en ti, no en forma dependiente, sí en forma atrayente.

Y es que habitar es llevar consigo un imán que nos provoca encontrarnos y desafía el tiempo o espacio para hacernos coincidir. Habitar significa luchar, seguir, contemplar y desempeñar un momento prolongado en los sentimientos de la otra o el otro.

Lo difícil de habitar son las medidas cautelosas que hay que tomar con las acciones .Uno es completamente responsable de lo que causa en las demás personas

Por eso uno puede sentir, emocionarse, extasiarse, deprimirse o reconstruirse por el otro ser, por que su grado de habitabilidad está ya tan insertado en nuestras venas y constituye gran parte del torrente sanguíneo que es real decir que se come, se bebe, se fuma, se inhala a esa persona.

De todos modos habitar es una cuestión, también, de carácter.

春 La primavera entrante

Estoy esperando con ansias la primavera entrante, don Próspero el papá de mi vecino Raúl, nos enseñará sobre el proceso de siembra para el huerto urbano que deseamos de todo corazón se haga realidad en la colonia.
¿Se imaginan? Podríamos llegar a cultivar nuestros propios alimentos.
Raúl me contaba que todo el saber de su papá sobre la herbolaria radica en su familia quien se ha dedicado toda la vida al campo. Raúl y sus hermanos son citadinos como yo y mis hermanos.

Encontrando  similitudes sociales entre nosotros descubrimos también que somos fans de dragon ball, entre muchas cosas más.

Por otro lado, hoy avanzamos en la socialización de proyectos de la estrategia #BarriosLibresDeAutos que estamos organizando desde la ciudadanía. Un diseño urbano orientado a la seguridad pública y vial. Les hablaré más tarde de eso.

En la primavera entrante (春) se celebrará el ritual de matrimonio de uno de mis grandes amigos en la vida: Charly. Estoy nervioso y ansioso. Harumi, su prometida a quien conocí en primero de preescolar y a quien prácticamente llevé presente en mi vida hasta el último año de la preparatoria, curiosamente lleva inscrito en su nombre la primavera.

春 Haru = Primavera

Ambos son un ejemplo para mi de que las relaciones que perduran tienen como base una vibración mutua que les hace seguir adelante y jamás claudicar.

La primavera entrante definiré y concluiré muchas cosas en mi vida, entre ellas el tema de la maestría. Definitivamente uno anhela ciertas estaciones.

Ya ni hablar del otoño que viene.

Quizá

¿Despertar con dudas es normal?
Me lo preguntaba todos los días que estaba a su lado. Después de 5 meses entendí que había perdido la calma.

La calma no es cosa fácil de lograr en estos días. Uno puede ir  elogiando la lentitud de los días con cierto anhelo, pero es un juego sobre todo de apreciar la calma.

Quizá cuando lo alcanzamos a notar, la calma se ha ido con fugacidad previa. De cualquier modo heme aquí para sintetizar las aventuras pasadas. Todo marcha bien en el trabajo y la formación, siempre puede ir mejor. Llegan las añoranzas muy aprisa y los días duran muy poco.

A veces me acuerdo de lo que había planeado para mi vida hace 10 años y a veces me cuestiono si estoy en el camino correcto. Difícil de responderle a Elmar cuando me cuestionaba sobre si estábamos donde queríamos o a mi primo Carlos cuando recordaba esa pregunta que le hice hace más de 15 años: ¿Te imaginas dónde estaremos dentro en 15 años y haciendo qué?

Tener empatía hacia los procesos acelerados de la vida en las ciudades ha resultado un ejercicio dinámico y de mucha retrospección. Quizá existan más oportunidades de seguir entendiendo los propios procesos de su colectividad.

Quizá no.

De cualquier manera, la resolución de los días que vienen están escritos, como dice Toño, en cada dedo que acompaña Dios.

Quizá en la calma, está la dicha.

 

Nunca

Tenía más de un mes que no le llamaba a  Margarita. Me obligó a no volver a mencionar el apodo que le inventamos cuando nos conocimos. No sé, parece que no le gustó al final.

Resultó que coincidimos en la estación del bus, cerca donde fue nuestro primer encuentro. Parecía desvelada, con ojeras tan grandes que tenía ganas de llevarla de inmediato a su casa a dormir.

Me preguntó sobre la vida y preferí mentirle, sin éxito.

Siempre sabe leerme la mente.

Le extraño. De verdad le extraño, parece ser otra mujer. Acordamos que el viernes nos olvidamos del mundo.

Inquebrantable

Una noche de mayo me pregunté sobre las decisiones que he emprendido. Cada una de las conclusiones de esa noche me llevó a escribir sobre las ganas diversas de emprender un silencio.

¿Qué es el silencio para mi? Ausencia de determinación sobre los días, un estado pasivo de desasosiego.  Abstención de las acciones a favor de la comunicación interpersonal. Llegar a un único y solemne silencio para la vida.

Toda esta paz imaginada se ha ido construyendo con largas meditaciones sobre el estado real que guarda la vida. El silencio sirve para respirar en paz. Lo más difícil de mantener ese silencio has sido tú.

El estado de no ser.

 

9,946 días vividos.

Mejor no. 

Claro que aunque estemos disparados a los diferentes universos que amerita la supuesta realidad de las múltiples personalidades que adquirimos, algunas como respuesta inmunológica a todo lo que se expone uno hoy en día, cada una de las decisiones que nutren esas personalidades están fundamentadas en nuestro consciente estado del beneficio propio.

En estos momentos de mi vida pretendo olvidar, sanar y reconstruir los múltiples pedazos que me ha dejado lo efímero. Y aún así, explicando todo lo anterior hay quienes de verdad parecen querer hacer algo por juntar todas esas gotas derramadas. Que ya se evaporaron.

No pretendo sujetarme a ningún tipo de ser, mucho menos de sentimientos poco fundamentados en días, pocos, por qué eso duele. Duele conocer, pretender y luego entender y perder. Ese sistema caduco y vicioso que impera con ayuda de la tecnología y nuestros arrebatos psicológicos, duele y cala entre huesos y algunos sistemas, en algunos más que en otros…

El sanguíneo por ejemplo. Cuando a uno le duele la sangre por entender que iba en sentido inverso, eso acaba con las ganas. Y estas  ganas infinitas lo sienten.

Mejor no, por favor.